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Boca zafó del papelón

El equipo de Russo arrancó perdiendo con Claypole y se salvó increíblemente en el final, pero lo terminó ganando 2-1 y se metió en los 16avos de la Copa Argentina. Ahora le toca Defensores de Belgrano.

La pasó mal. Sufrió. Coqueteó con la humillación. Hizo de su arquero, Javi García, que llevaba un año inactivo, una de sus figuras. Estuvo más de media hora para patear al arco. Perdía en el juego y en el resultado. Lo dio vuelta recién en el minuto 76, por un gol de Maroni, un jugador relegado. Y terminó pidiendo el pitazo final, con Mas salvando un gol sobre la línea. Todo eso le costó a Boca. Todo eso ocurrió para que le ganara 2 a 1 a Claypole, por la Copa Argentina. Todo eso atravesó el campeón del fútbol argentino para vencer a un rival semiamateur (recién ascendido a la C). Todo eso, que definen su momento futbolístico, y el presente del ciclo, debió cruzar para clasificarse a los 16avos de final ante un adversario cuatro categorías inferior. Sí, Boca pasó. O mejor dicho. Zafó. Zafó del papelón.

El equipo de Russo la pasó mal desde el comienzo. Claypole, con todas sus limitaciones, pero con todas sus ganas, lo superó en cuerpo, alma y espíritu. Sí, en todo. En juego, en actitud, en inteligencia, en marca, en presión, en decisión. Bien parado, le cortó el medio y fue al frente. Fue con ganas. Y lo desbordó. Y lo inquietó. Y sí, claro, lo lastimó. Primero lo tuvo Calone, que desparramó a Varela y luego lo dejó parado a Zambrano como un principiante, para definir mano a mano ante García, que tuvo su primera atajada en el club luego de casi diez años.

Y así llegó la segunda, la revancha, y ahí no perdonó: fueron tres tiros seguidos al arco de Boca. Sí, tres. Una muestra de lo mal que marcó el Xeneize en un córner rival. Pero también, de su desidia, de su falta de concentración, de su liviandad. Fueron dos cabezazos, uno en el travesaño, otro que tapó Javi García dando rebote, para que Landaburu luego convirtiera un gol histórico. El que Claypole nunca olvidará.

La historia, los libros, los hinchas, sus jugadores, podrán decir que Claypole dominó a Boca durante media hora, que lo puso contra las cuerdas, de cara al ridículo. Al mix de Russo le llevó todo ese tiempo reaccionar. Y en ese camino, mostró señales preocupantes. De los más grandes, que no agarraban la pelota ni se hacían cargo del partido. Y de los más pibes, Varela, Medina, Zeballos, Vázquez, demasiado contenidos, nublados, hasta con cierto temor. El Changuito fue el primero que se reveló con un remate al travesaño, que pudo haber sido el empate, pero que dejó un dato. Recién después de la media hora el Xeneize pateó por primera vez al arco. De no creer.

El equipo de Russo la pasó mal desde el comienzo. Claypole, con todas sus limitaciones, pero con todas sus ganas, lo superó en cuerpo, alma y espíritu. Sí, en todo. En juego, en actitud, en inteligencia, en marca, en presión, en decisión. Bien parado, le cortó el medio y fue al frente. Fue con ganas. Y lo desbordó. Y lo inquietó. Y sí, claro, lo lastimó. Primero lo tuvo Calone, que desparramó a Varela y luego lo dejó parado a Zambrano como un principiante, para definir mano a mano ante García, que tuvo su primera atajada en el club luego de casi diez años.

Tiros seguidos al arco de Boca. Sí, tres. Una muestra de lo mal que marcó el Xeneize en un córner rival. Pero también, de su desidia, de su falta de concentración, de su liviandad. Fueron dos cabezazos, uno en el travesaño, otro que tapó Javi García dando rebote, para que Landaburu luego convirtiera un gol histórico. El que Claypole nunca olvidará.

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